El cáncer de mama es una de las principales causas de mortalidad entre las mujeres a nivel mundial. La supervivencia ante esta enfermedad está estrechamente relacionada con la etapa en que se diagnostique, es decir, con su grado de avance.
Cuanto antes se detecte y se realice el diagnóstico, mayores serán las opciones de tratamiento y menores serán las probabilidades de fallecer a causa de esta enfermedad. No obstante, es fundamental destacar que recibir un diagnóstico de cáncer de mama no implica necesariamente un desenlace fatal. Además, en muchos casos, no es preciso recurrir a una cirugía radical que implique la extirpación completa de la mama.
Gracias a los avances médicos actuales, especialmente en pacientes adecuadas para ello, la cirugía conservadora y la cirugía oncoplástica de seno (que permite conservar la mama e incluso, en algunos casos, realizar una reconstrucción sin necesidad de implantes) se han convertido en el enfoque estándar de tratamiento.
La cirugía conservadora, cuando se lleva a cabo adecuadamente, ha demostrado tasas de curación, control de la enfermedad y supervivencia equivalentes a las de la cirugía radical, es decir, la mastectomía. Esto significa que no existen diferencias significativas en cuanto a resultados clínicos entre la cirugía conservadora y la cirugía radical.
Optar por la cirugía conservadora es una decisión que puede brindar a las pacientes la oportunidad de combatir eficazmente el cáncer de mama sin necesidad de someterse a una mastectomía radical. No obstante, es esencial que cada caso sea evaluado por un equipo médico especializado para determinar la mejor opción de tratamiento.