1. Establece una rutina constante: Es aconsejable llevar a cabo la autoexploración mamaria en un horario fijo, preferiblemente aproximadamente una semana después del periodo menstrual.
Esto contribuirá a la detección precisa de cambios relacionados con el cáncer de mama, ya que los senos tienden a ser menos sensibles en este momento.
2. Frente al espejo como punto de partida: Inicia tu autoexploración parándote frente a un espejo para realizar una evaluación visual de tus mamas. Observa detenidamente la forma, tamaño y apariencia de ambas mamas.
Detecta posibles alteraciones visibles, como inflamación, depresiones, enrojecimiento o modificaciones en el tamaño y la forma de los pezones. Asegúrate de que no haya secreciones inusuales.
3. Palpación en posición vertical y horizontal: Prosigue con la exploración, primero de pie y luego acostada. Emplea la yema de tus dedos para realizar una palpación suave pero firme en cada mama.
Mantén un patrón de movimientos circulares que parta desde el exterior y avance hacia el centro. Garantiza que abarques toda la extensión de la mama, incluyendo las zonas circundantes, como las axilas.
4. Vigilancia constante de cambios: Mientras efectúas la palpación, presta una atención especial a la detección de bultos, masas o endurecimientos anómalos.
Asimismo, busca posibles alteraciones en la textura de la piel, como la aparición de hoyuelos o arrugas, que podrían indicar señales de alerta relacionadas con el cáncer de mama.
5. Registro de observaciones y consulta a un especialista: Si identificas cualquier cambio o irregularidad durante la autoexploración, mantén un registro detallado de tus hallazgos y, enseguida, ponte en contacto con nosotros para una evaluación más detallada.
La detección temprana constituye un factor crucial que incrementa significativamente las perspectivas de éxito en el tratamiento del cáncer de mama.